martes, 30 de octubre de 2012

Cuaderno de Bitácora - 26 de octubre

Son las 2:30 de la mañana y se me abre un ojo (y no penséis mal, que no van por ahí los tiros). Sergio acaba de volver de currar y está tomando un café ¡cómo los campeones! Lo mejor para dormir... Aprovechamos y hablamos de los planes de los próximos días, pero de primeras mañana, vida "normal" japonesa, el "día a día de Sergio-san". Después de esta pequeña mini-charla, de nuevo a dormir.

Son casi las 11 cuando nos levantamos... remoloneo, música, ducha, vestirse y a la calle. Bajamos las escaleras, giramos a la derecha y camino a las tiendas. Dejamos atrás el konbini ("cuartel general" de las comidas y compras a deshoras... siempre están abiertos) y seguimos hasta el raisakuru más cercano (tiendas de 2ª mano con una relación calidad-precio muy buenas por norma general. Es algo muy normal el usar estas tiendas). Este la verdad es que es pequeñito pero tienen de todo: menaje del hogar, muebles de jardín, ropa, instrumentos musicales, videojuegos, películas, decoración... Mejor salgamos de aquí que al final compramos cualquier tontería.

Seguimos nuestro camino y nos metemos en una tienda de ropa (nada de diseño, ropa de todos los días), y vemos un par de cositas para que yo vea como es la moda de "entre semana", y por supuesto al terminar, visita al supermercado para comprar desayuno, que las ganas aprietan ya un poco.

No lo puedo evitar y mis ojos solamente buscan bollería... por mucho que sea industrial no puedo evitar que se me caiga la baba, ¡qué pinta tiene todo! No se si habla mi cabeza, mis ojos o mi estómago por no haber cenado la noche anterior. Al final me decido por unos bollitos de crema y un zumo de naranja. Es mejor empezar el día con cosas tradicionales antes de experimentar, que todavía no se que tal me sentará la comida de aquí. Saco el primer bollo, le pego un bocado y... ¡aquí el relleno de crema es de verdad! Tiernos y rellenedos, pero rellenos de crema, no de aire, ¡que delicia!

Terminamos nuestra mini-ruta de tiendas cercanas y volvemos a casa y "corriendo" a las clases de español de Sergio-sensei. El tiempo se nos está pasando volando y hay que tener cuidado, que aquí son extremadamente puntuales, además nos queda más de media hora andando, que vamos con prisas, pero prima el bolsillo. Sergio aprovecha y pilla su bici y proseguimos.

Es impresionante la tranquilidad que se respira y se vive, y la limpieza y el respeto por el entorno y la naturaleza que existe. Los coches a nivel general son muy silenciosos, y por ahora, todo el mundo muy educado conduciendo, supongo que será porque al vernos extranjeros pensarán que no conocemos lo que es un semáforo o un paso de cebra... La mayoría son coches pequeños, aunque lo más probable es que sea porque dependiendo del tamaño y potencia, pagan mas o menos impuestos, y tampoco están por estos lados para derrochar (aunque a saber el motivo...). Casi nadie por las calles (normal, aquí también se trabaja y se estudia), pero los pocos que hay van todos en silencio.

Como he dicho, es muy limpio, a pesar de la falta absoluta de papeleras, aquí cada uno se resposabiliza de su basura incluso en la calle. Solamente te encuentras papeleras en las puertas de los supermercados o tiendas en las que vendan comida (como los konbini). No he visto todavía ni un solo papel, lata o envase en el suelo.

Y con respecto a la naturaleza, todas -y digo absolutamente todas- las casas tienen un jardín con plantas y árboles cuidados. Además, algo que me ha resultado muy impactante es que las casas suelen ser prefabricadas de madera o metal, de tal manera que no necesitan hacer grandes obras para instalarlas, además de ser casas muy pequeñas (aunque esto viene con historia... sino recuerdo mal la explicación de Sergio -que es lo más probable, y entonces tendré que cambiarla-, hace varias décadas tuvieron problemas de exceso de población en el país y la gente se mentalizó de que tenía que colaborar todos y vivir en casas menos ostentosas para que todo el mundo tuviese un sitio donde vivir... "porque ya sabéis, Miguel enseña y entretiene", como diría Dani Rovira)...

Esperad un momento, retomemos el hilo que hasta yo me he perdido... ¡Ah si! Que las casas, a parte de ser muy pequeñas y prefabricadas, se pueden derruir y re-construir muy rápidamente y en pocos días si hay algún problema con ellas, de tal manera que no hay que hacer grandes obras que modifiquen el entorno (eso es gracias a que todas las casas están separadas entre sí, aunque sean un par de palmos, por si la estructura se daña con algún terremoto, que no afecte a las viviendas colindantes).

Por cierto, que aquí no hay aceras sino es en la zona centro, y tienes que ir andando por la calle... incluso he visto algún banco de una parada de bus justo pegadito a la calle, encima de la zona de desagüe, como la que hay en la puerta de la fábrica de pianos Kawai (Kawaii = bonito, lindo. Ya sabéis otra palabra más). Eso sí, los conductores lo respetan y no protestan por tener que adelantar a bicis o peatones (claro que ellos también van mentalizados y no van por el medio de la calle)

Y después de esta pequeña lección de vida "rural" en el norte de España pegado a una gran urbe (es un símil para los que no lo pilléis, para que os hagáis una idea del tipo de vida en la parte externa, similar a un pueblo, y la zona centro, similar a una ciudad. Yo también tengo derecho a tomarme mis licencias poéticas, ¿no?), seguimos con nuestro camino. Cruzamos el río, un colegio que por las noches y en días de mal tiempo parece sacado de una película de Tim Burton o de miedo, y llegamos a la zona centro. Edificios altos, calles anchas, zona comercial... hemos salido de un pueblo y entrado en una ciudad cruzando dos calles, y parece que es algo normal. Proseguimos la marcha y vemos que se nos está haciendo muy tarde, así que Sergio sale pitando a Zapata (el restaurante español donde trabaja y donde da las clases) y yo sigo a pie.

Templo cercano a Zapata

En el primer cruce que me encuentro veo un templo en la calle de al lado y me desvío del camino. Total... qué más da que Sergio me esté esperando y esté preocupado por si no llego bien, yo a mi bola... Llego al templo y están unos obreros en el jardín, así que lo dejo para otro día y sigo hacia mi destino. De repente en lontananza (que cómico me parece usar palabras "raras" en mitad de un texto normal) aparece Sergio preocupado por si me había perdido y me pregunta que dónde estaba... Continuamos hasta el local, que se encuentra en la siguiente calle.

En la puerta un par de banderas españolas marcan el territorio. Entramos y hay dos mujeres. Olga, la mujer del dueño, y Akiko, la estudiante. Después de presentarnos y hablar un poco los cuatro, Sergio se sienta en una mesa con Akiko y me llama, hoy soy "colaborador" y la clase es de conversación en español. Hoy va a ser un día de experiencias muy peculiares, y ya veréis porque lo digo.

Terminamos la clase y tenemos que ir a comprar cosas para que Sergio pueda preparar postres españoles, y de paso un par de recados para Zapata, pero... ¡sorpresa! Olga nos deja una bici para mi. Ya me voy a sentir como un auténtico japo (porque no se si lo sabéis, pero aquí se mueven en bici para todo, hay un gritón de bicis siempre por la calle).

En moto-rabo volviendo de la compra
Nos ponemos en marcha, Sergio con su bici Jeep y yo con mi chari tan feliz. ¡Vamos loco, voy en moto-rabo! (chari es el nombre que recibe el tipo de bici que me dejan). Vamos por la calle que parecemos sacados de Verano Azul. La ciudad se ve desde otro punto de vista, parece más autóctono, más real, con esa esencia propia de las cosas tal y como se viven aquí (güiri que es uno y no lo puede evitar).

Llegamos a la panadería a por pan (que aunque os parezca algo tonto decirlo, aquí no se come prácticamente pan), nos asomamos al supermercado y de vuelta a Zapata. Son casi las 16h y todavía no hemos comido, así que descargamos y vamos al konbini a por bento para comer y de vuelta. Cuando llegamos a Zapata, ya hay dos chicas dentro que tienen reserva para dos horas mas tarde y están preguntando cosas. Nos ponemos en un ladito y devoramos nuestra comida.

Nada mas terminar, Sergio se marcha como si fuese Freire en un sprint de la vuelta a España a casa para cambiarse y ponerse ropa de trabajo y estar preparado para cuando venga la reserva a las 18h, y mientras tanto yo me quedo hablando con Olga. Mientras yo estoy en la barra esperando, ella entra un momento a cambiarse y prepararse, pero a los pocos instantes vuelven a parecer los de la reserva... ¡y son las 17h! Una cosa es ser puntual y otra es esto... Les "digo" que esperen un momento y aviso a Olga, que la pobre sale entre preocupada y sorprendida. Se mete detrás de la barra y saca un delantal para mí... hoy me toca "currar" de camarero, ¿cómo os quedáis? Parece ser que ya lo habían hablado Sergio y Olga. Me explica dos cosillas muy rápidas, abrimos y "pues naa... al tajo".

Saludo y acomodo a los clientes. Les dejo las cartas, pongo la mesa, piden las bebidas (a Olga) y se las llevo, hasta pregunto y todo de quién era cada una ¡Dí que sí Miguel, aquí hemos venido a jugar! Mientras tanto llega Yoshi. Jefe, cocinero y esposo de Olga, que lleva todo el día trabajando en su otro trabajo y se va a cambiar para ponerse a cocinar, casi sin tiempo de descansar. A las 18 y poco aparece Sergio y me trae mi otra mitad del uniforme, una camisa blanca. Ya sí que estoy a tope.

Restaurante español "Zapata"

Empezamos a poner la comida y demás actividades normales de camarero de un restaurante, y según va avanzando la noche, mi presencia se hace más innecesaria, ya que en cuanto entra en juego el lenguaje, soy un agujero negro de información. Yoshi se encarga de la cocina, y Sergio y Olga de la barra y tomar nota. Mi trabajo queda relegado a poner y quitar platos y copas. En medio de la cena una mujer se va a dar clase de flamenco y vuelve mas de una hora después y sigue cenando con todos (que cosas más raras hacen... Aquí o vas después de la clase o no te vas...).

Son las 22 y mucho (más de 4h después de empezar) y sacan la tarta al cumpleañero. Le dan los regalos, piden la 5ª botella de vino (¡como beben! así ha terminado el majo, que casi vuelve haciendo la croqueta a casa), y Yoshi lanza una "bomba de humo" y se va a descansar, que se lo ha ganado, pero no sin antes dejarnos preparaditas unas tapas para la cena bien ricas. Por la barra empezamos a cenar, con nuestra sangría, la tapa, tortilla española, paté... y de postre una tarta de arroz hecha por Sergio, receta casera española.

Sergio, Olga y yo al terminar la noche
Cuando se marchan los clientes (más tarde de las 23h), terminamos de recoger y nos ponemos a hablar. En ese momento aparece un amigo de Olga que nos va a conseguir entradas para mañana sábado para una fiesta de Halloween... ¿fiesta? ¡Y yo con esos pelos y sin disfraz! De todas maneras, no creo que estos nipones pillasen la gracia de atarme una gomita de oreja a oreja...

Se marcha el chaval y nosotros seguimos dándole a la lengua (dos españoles y una peruana, ya me dirás tu...) y riendo hasta las 2 de la mañana. Ya va siendo hora de recogerse y dejar que Olga suba a su casa con su marido y sus niños y que descanse. En ese momento Olga tiene un detalle bastante especial conmigo (el cual no revelaré) para agradecerme el trabajo de esa noche... Y eso que no he hecho prácticamente NADA. Haciendo breve repaso, mi primer día "normal" en Japón y he trabajado en dos sitios ¡porque yo lo valgo!, buen viernes. Eso si, no os penséis que todo el monte es "orgasmo", esto ha sido así porque he estado ayudando a Sergio, sino aquí siendo extranjero te puedes morir para conseguir trabajo sino vienes con contrato desde fuera.

Nos despedimos, cojo a mi Chari (me deja la bici toda la semana) y ponemos rumbo de vuelta a casa, pero al pasar al lado del No Name Bar paramos a tomar la última, a ver que tal el ambiente (yo para llevar ya tres sangrías, una cerveza -que sigue sin gustarme-, un chupito de tequila y un peloti made in Sergio, la verdad es que voy muy normal). Para ser viernes, nos esperábamos algo mas, pero realmente esta medio vacío, y eso que es un sitio con bastante fama. Nos tomamos la última dentro, en la zona tranquila de las mesas y para las 3 y pico cuando cierran nos volvemos (ya si que sí de verdad de la buena) para casa. Segundo local que cerramos.

Según nos alejamos de la zona centro vamos dejando atrás las luces (y no sólo por los carteles de las tiendas, sino por las farolas), pero Sergio posee una visión nocturna perfecta y Tomtom versión nipona incorporado en el cerebro, y yo una confianza ciega (y nunca mejor dicho, porque no veía si había agujeros o bordillos) en él. Justo antes de llegar a su casa, paramos a por desayuno para mañana y cena para ese momento.

Ya son las 4h aproximadamente, nos cambiamos, cenamos y cuando nos damos cuenta ya son las 5. El que haya "perdido" mi pijama en una habitación de 6 tatamis de tamaño no es relevante (que también ya me vale, dejando el pabellón bien alto), lo importante en ese caso era que íbamos sin prisas. Cuando ya está todo en orden, contesto a unos mensajes y me pongo a escribir mi crónica del día. Sergio se duerme en menos de 3 minutos y yo prosigo con mi crónica. Cuando termino de escribir esto son las 5:45h y ya ha amanecido. Es Hora de Aventuras digo..... Hora de Acostarse.

Oyasumi nasai!

2 comentarios:

  1. ¡Super Helen al rescate! ya tú sabes... ;)

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  2. Anda que ya te vale.... cuando lea mamá que has estado poniendo y quitando platos, con las peleas que ha tenido con nosotros para que poner y quitar la mesa....
    Yo no quiero saber nada cuando vuelvas respecto a este tema.... jajajajjaja

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