Son las 9:20h (2:20h en Supein), salgo por la puerta de llegadas internacionales del aeropuerto de Nagoya y... ¿Dónde está Sergio? ¿¡DÓNDE ESTÁS!? Doy una vuelta por las cercanías y nada. Conecto la wifi para llamarle y me llega un mensaje: "Vente en tren hasta la estación de Nagoya, que es línea directa y no tiene pérdida, a parte de que son 1200 yenes por trayecto. Te espero en la plaza que hay en la salida, no tiene pérdida" ¡Pues nada, al lío!
Voy caminito del cartel que indica la estación de tren, pero según voy a llegar a las taquillas, un hombre me da el alto y me dice: ¡Police! Y yo alucinando... se que se me nota que soy un gaijin (extranjero), pero que no me ha dado tiempo a liarla, dadme un poco de cuartelillo... Por suerte, solo era para darme unas indicaciones sobre mi visita, preguntas sobre lo que voy a hacer, y un panfletito con mas consejos. Pasado esto, me deja continuar y yo me quedo con cara de poker. Cómo todo sea igual, me esperan muchas sorpresas.
Alrededores próximos del aeropuerto de Nagoya |
Llego a la estación de Nagoya, salgo del tren, paso los tornos, voy a salir y... solo veo escaleras normales, sin mecanizar... ¡Madre de Dios a ver que hago yo ahora, que llevo 3 maletas! Metiéndome a través de las escaleras mecánicas de las tiendas consigo salir a la calle y nada mas salir veo en el edificio que tengo delante: Louis Vuitton, Cartier, Dior... Sabía que aquí había dinero, pero... cómo se cuidan, ¿no? Empiezo a mirar a mi alrededor y creo descubrir la plaza de la que me había hablado Sergio. No tengo wifi, tampoco me encuentra señal de ninguna compañía telefónica y para rematar me queda menos del 30% de batería (y no, no me lo estoy inventando), pero que huevos los mios, que con todo eso me pongo a escuchar música...
Cachirulo en la "famosa" plaza |
Media hora después sigo dando vueltas sin ver a Sergio, eso sí, me conozco todos los rincones de la plaza y sus niveles... ¡esto no me puede estar pasando a mi! De repente pienso: ¡Pero qué narices, estoy en Nagoya! Vamos a usar la "jeta española", creo que he visto una comisaría cerca... "Sumimasen... somebody speak english?" Tras unos segundos de descomposición en la cara del policía ante la estampa de un gaijin lanzándole un conjuro de daño infinito imposible de bloquear, se da media vuelta, se mete para dentro y al poco sale otro compañero.
Le explico que he quedado con un amigo en la plaza pero que no le encuentro, que no tengo línea telefónica y que tampoco encuentro wifi para avisarle, y para rematar, que si me dejan enviarle un mensaje para que venga a buscarme. ¡Óle mis huevos toreros! Tras salir del shock, me medio explica en japonglés que en la estación hay un McDonalds con wifi gratis y "allá te busques la vida". Así que nada, arigatou gozaimasu y a la estación por la puerta más cercana "en busca de la wifi perdida". Que fallo que no tenga la banda sonora de Indiana Jones para acompañar.
Después de un paseito sin atisbo de encontrar el McDonalds, mi capacidad mental me da lo suficiente como para tener la brillante idea de probar si existen más wifis y, como era de esperar, ahí estaba ella tan maja esperando con toda su cobertura abierta para mi. Llamo a Sergio y quedamos (como dicta la Ley de Murphy, había pasado a 15m de él unas 3 veces y no nos habíamos visto). Pero por fin llega el momento deseado y nos vemos. ¡Increible pero cierto! y solo son las 11h...
Tras los saludos y reencuentros típicos de dos amigos que llevan varios años sin verse y lo hacen en tierras tan lejanas, nos ponemos en marcha, pero sin contar con un pequeño inconveniente... ¡Que sigo cargando con las 3 maletas! Y maletas mas turismo no se llevan muy bien. Buscamos unas taquillas para dejarlas, pero nuestro gozo en un pozo, ninguna grande. No nos queda otra que postponer la visita a la ciudad para la vuelta el sábado 10, con su castillo, su templo y su museo de arte... pero eso no nos quita la ilusión del reencuentro y reemprendemos la marcha a ninguna parte.
Pillamos calle y tiramos millas, somos los más chulos del lugar (y los únicos extranjeros), así que todas las miradas se centran en nosotros, aunque las únicas que importan son las de las japonesitas monas... y hay muchas (japonesitas, no miradas... que ya os veo las intenciones pillines). Cuando nos damos cuenta casi nos salimos de la civilización, así que pausa, cigarrito de Sergio entre pecho y espalda (en Japón esta prohibido fumar en la calle en lugares céntricos) y vuelta al centro (y tranquila Elena, que yo te llevo los paquetes de tabaco).
Volvemos a la estación y nos metemos en la galería comercial que está debajo para encontrar donde comer. Eso es una mezcla entre un laberinto enorme y el Super Mario (que si te despistas, vuelves al mismo sitio donde empezaste) sólo al alcance de las mentes más privilegiadas. Abarca varios bloqueas de edificios en subterráneos, y varias plantas de los rascacielos cercanos,
Tras muchos intentos fallidos de encontrar un restaurante en concreto que le gusta a Sergio, nos damos por vencidos y nos metemos en uno a comer kishimen, evidentemente para que yo demuestre mis habilidades nulas y mis dotes con los palillos. Tras mi ridículo espantoso y demora absoluta a la hora de terminar, pero con final exitoso, partimos a dar la ultima vuelta por Nagoya antes de volver "a casa" (la de Sergio, of course).
Nos cruzamos con un salón recreativo de 8 plantas, todo muy bien organizado. Karaoke, billares, tragaperras y demás ludopatías sanas en las que siempre hay algún nipón enganchado. Que habilidad se gastan en algunos juegos... ¡y solo es jueves! No quiero ni imaginarme el finde delante de los amigos y las chatis, cuando esta en juego tu reputación.
Salimos de vuelta a la estación y pillamos el tren a Hamamatsu, no sin antes buscar un cajero para sacar dinero y mirarnos raro el policía al que preguntamos. Vale que somos de fuera, pero que yo sepa en Japón no crece el dinero de los arboles... El caso es que nos montamos en el tren y la falta de sueño (Sergio ha dormido 3-4h y yo llevo despierto lo correspondiente a 25h) hacen que nos quedemos "ligeramente traspuestos". Por suerte, nos despertamos en la parada correspondiente para realizar el trasbordo cuando ya no queda nadie en el vagón. A pesar de eso, pillamos bien el enlace y empezamos la recta final del viaje.
Estación de tren de Hamamatsu |
Aunque no os lo creáis, llegamos sin problemas y despiertos, pero estamos a unos 20-30 minutos de casa, así que no se nos ocurre nada mejor que un paseito para despejarnos, idea cortesía de un servidor (recordad que seguimos con las 3 maletas a cuestas).
A las 19:50 se marcha a la otra punta de Hamamatsu en bici cual Miguel Indurain en sus buenos tiempos y aquí me quedo solo. Como ya he dicho, escribo esto (en el blog y en el cuaderno), me preparo mi camita y miro el reloj: las 23:15... ¿Cómorrrlll? Bueno, por lo menos ya he terminado todo por hoy, así que después de más de 33 horas sin dormir en condiciones, creo que me lo he ganado. Mi futón me espera... ¡Mata ashita!
2 entradas en el blog y todavia no ha pasado un dia completo!!!
ResponderEliminarLa verdad Miguel que da igual a donde vayas en todos lados tienes "aventuras" xD , no te olvides para mañana la musica de Indiana Jones en el movil por si acaso ^^
Siento no haber podido hablar contigo hoy.... me has pillado subido en la bici.
ResponderEliminarEspero que la cornica que voy a preparar de la jornada de hoy te guste.
Evidentemente no va a ser tan interesante como la tuya, y con alguna japonesita menos, pero te tengo una sorpresa preparada que seguro te va a hacer soltar cuando menos una carcajada.
Disfruta del viaje que luego tendremos muchos dias para que nos cuentes.
Y por eso Matt sólo llevaba una mochila y no tres maletas... ;)
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